Este es el manifiesto con el que desde León Ruge hemos tenido el honor de inaugurar la IV edición de la Feria de la Montaña Leonesa. Queremos agradecer a Carlos Fernández Morán su invitación.
MANIFIESTO FERIA DE LA MONTAÑA LEONESA
Queridos papá y mamá:
Hoy he estado enseñando a Elías y Claudia las fotos de mi infancia, y no he podido resistirme a escribir esta carta.
Pude recordar la pandilla del cole, las tardes interminables en bicicleta sin rumbo fijo, los baños en el río con el agua que ponía los pies morados o los trineos improvisados para lanzarnos por cualquier cuesta de nieve, las castañas en la chapa… también había fotos de los aluches, todavía guardo algunas medallas y copas en alguna caja. ¡Qué orgulloso estaba el abuelo Paco de mí, no se perdía ni un corro!
Son unos grandes recuerdos que me sacaron más de una sonrisa, aunque también debo reconocer que se me ha caído alguna que otra lagrimilla.
Pero hubo unas fotos que casi no recordaba, y ahora me doy cuenta de lo importantes que son en mi vida. Aquel último año en el colegio, en el que estabais todos los padres alborotados, venga a reuniones, papeles, protestas… y por último la manifestación.
Ahí estaba yo, en esa foto con mi cartulina pegada a un palo, en la que con letras rojas escribí “Quiero estudiar en mi pueblo”, porque ese era el problema, nos cerraban el instituto y todos los compañeros de sexto nos tendríamos que marchar a estudiar fuera.
Ese día llenamos la calle principal, cortamos la carretera y tuvo que venir hasta la guardia civil para controlar el tráfico. No faltaba nadie, recuerdo que hasta estaba allí Fran, el padre de Marcos, que no perdía un día con sus vacas en los praos. Hicisteis camisetas, vino la prensa, el alcalde con un megáfono, todos los del cole cogimos cartulinas para hacer pancartas, incluso alguien sacó las sábanas blancas de casa para hacer una bien grande. Todos luchando para que no tuviésemos que marchar.
Pero no debió ser suficiente, éramos pocos a los ojos de quienes, desde despachos lejanos, iban a decidir dónde debíamos estudiar, crecer e incluso vivir. El instituto se cerró y los de mi pandilla nos dispersamos: unos se fueron a vivir a la capital, otros íbamos y veníamos todos los días en autobús al instituto… A algunos ya solo los veíamos en verano, en las fiestas del pueblo o alguna navidad. Ya no era lo mismo.
Tengo vagos recuerdos de lo que pasó después, yo era un adolescente y tenía muchas cosas en las que pensar, muchos pájaros en la cabeza y no nos faltaban motivos para discutir en casa, pero si recuerdo lo que se decía por el pueblo:
- No nos queda más que marchar.
- Da igual lo que hagamos, aquí no hay futuro.
- No van a quedar ni las piedras…
En esos años en los que la diversión era lo primero para mí os recuerdo seguir luchando por el pueblo, de reuniones de aquí para allá, que si nos quitaban los trenes de FEVE, que si ya no venía el médico todos los días, que no había ni bancos donde sacar dinero, que si no había niños por el pueblo…
Y así fueron pasando los años, y yo pasé de vivir en el pueblo a ser de aquellos que volvían solo en la navidad, algún fin de semana y a pasar el verano.
Ahora me doy cuenta del motivo por el que luchabais, para que pudiésemos elegir dónde queríamos vivir, pero yo no pude elegir. Recuerdo ahora los abrazos interminables cada vez que tenía que irme, las llamadas de teléfono por las noches o las videollamadas en los cumpleaños desde la distancia.
Hoy os escribo esta carta con lágrimas en los ojos, para deciros que vuestros nietos Elías y Claudia han vuelto al pueblo.
Elías va a montar aquí su estudio de arquitectura, va a arreglar la cuadra, que dice que con el teletrabajo puede trabajar desde aquí, y Claudia ya tiene arrendadas varias tierras y está comprando cabras para su proyecto de quesería, tenías que verles la ilusión que tienen.
No os digo más que hasta hablan de tener niños, porque el colegio no lo cerraron, y el año pasado hasta abrieron una guardería. Pero eso no es todo, en la era hay camiones y una grúa, y allí está vuestro nieto, planos en mano, porque es el arquitecto del nuevo instituto.
Os emocionaría estar hoy aquí, porque todo esto es gracias a vuestra lucha, cuando nadie creía en vosotros, cuando el pesimismo paseaba por nuestras calles, allí estabais un grupo de madres y padres valientes diciendo que ser menos no resta derechos.
Por todo esto, mamá y papá, allá donde estéis, solo puedo deciros una cosa:
MUCHAS GRACIAS POR VUESTRA LUCHA Y VIVA LA MONTAÑA.
Enlace al vídeo de lectura del manifiesto en la siguiente imagen